Reflexión poética sobre la Marcha Costaleros, de Gabriel
Barbero de la Blanca
Somos Costaleras, y portamos
la más preciosa carga, cual es Dios.
Dios Hombre, hecho
en vida silenciosa. Arropado
por una claustral hermandad.
Tus siervas Clarisas
a ti suplicamos.
De Cirene, una oración
virgen. De Asís la herencia
fiel, borda el costal.
Mujeres fuertes. Regla convencida.
Penitencia mudéjar y conventual.
Misterio alabado, dolor encriptado.
Vencido el mal en la fe.
¡Ay, Lunes Santo franciscano!
Hoy Santa Clara es plaza de Pasión.
Lloran de amor diez campanadas
y Dios, doliente, nos ensalza con su
bendición.
¡Ay, Padre tierno de la Pasión!
Dulcificas, sentado, el Calvario.
Déjanos llevar tu Cruz. Haznos
tus Costaleras, por siempre.
¡Ay, Lunes Santo, casto y pobre!
En Santa Clara, lugar de perdón,
las reservadas celosías,
testigos cautas de infinito y verdadero Amor.
¡Ay, guía eterna del corazón!
Cristo bueno, que aceptas al Padre,
déjanos cantar tu Luz, congregadas
en Ti, para siempre.
Un tosco sayal marrón y un velo maternal.
Es largo el camino de vida. De servicio
y comunión.
Virtuosa obediencia. Alegre gloria al
crucifijo.
Lirio, custodia y báculo.
Desde Santa Clara sale ya Nuestro Señor,
triste y humano. Profunda es la mirada
del Redentor.
Y, al dejar atrás el bello arco lobulado,
nombra a sus hijas, Costaleras.
Gabriel Barbero Consuegra